tarde, el profeta Amos, vuelve a relatar la confrontación en su propio libro bíblico, describe el resultado de esta manera: “(el Señor) destruí al amorreo delante de ellos, cuya altura era como la altura de los cedros, y era fuerte como las encinas” (Amos 2:9). Era una manera dura de comenzar su segunda oportunidad. Dios demandó que se enfrentaran con sus miedos —los terrores que les habían costado vagar sin rumbo fijo durante cuarenta años. Tenían al Dios que abrió el Mar Rojo de su lado. Era hora
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